No prometas caídas ni ulceres confianzas.
Los tajos a los otros abren surcos en tu propia carne.
Al lacerar sus esperanzas carcomes las bases sobre las que se asienta tu mundo.
La desconfianza que induces mata el amor.
Si para avanzar desprestigias los pasos ajenos, esas maldiciones brincan de tu boca a tu alma y la corroen.
Enséñale a tus ojos a bendecir lo que ven.
Estás unido por entero, la separación es un espejismo que devora.
Con el pecho vacío, clava la mirada en el fondo, encuentra ahí tu estrella.
Respeta las ilusiones de quienes se entregan a tus efluvios, enséñales a morir hundiéndose en las alturas.
Alejandro Jodorowsky
viernes, 30 de abril de 2010
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